De La Puebla de Híjar a Tortosa (vía verde)

Travesía de la 2ª Vía Verde más larga de España:

LA PUEBLA DE HÍJAR - TORTOSA

Recorrido total: 144 kms.
Tiempo dedicado: dos días
Pernoctación: La Torre del Compte
Fechas: 21 y 22 de marzo de 2019


¿Sabéis lo que es un dique seco? Pues ahí nos encontrábamos algunos cuando a algún bendito iluminado se le ocurrió, durante un paseo de El Prat del Llobregat a Abrera (en la que los engranajes de nuestras piernas rechinaron como engranajes oxidados), que debíamos pasar a mayores. Corrijo: a MAYORES, con mayúscula, acometiendo un desafío que para algunos, en ese momento, simplemente era como intentar alcanzar la luna.

Gran parte de ese recorrido ya lo habíamos realizado en más de una ocasión, pero en esta íbamos a incluir un aspecto inédito: añadir el nuevo tramo desde La Puebla de Híjar a Samper de Calanda, recientemente dado de alta, con el consiguiente incremento en el kilometraje. ¿Ilúminado? sí, porque el reto era muy complicado viniendo de una situación de parón por parte de los "Nasíos" como grupo. ¿Bendito" también, porque hemos de decir que, finalmente, ¡MERECIÓ LA PENA!

¿Los héroes? Jesús Segarra, Chema Rodríguez, Javi Pisa, Lino, Pere Pérez, Pedro López, Jordi Nebot, Juan Carlos Márquez,  y un servidor, José Luis López.

En el viaje de ida, tuvimos que dividirnos en dos trenes, para no incordiar demasiado a los viajeros.

Las máquinas parecían estar impacientes por iniciar la larga travesía.


No está escrita la norma, pero existe: hay que inmortalizar el punto de arranque. La estación de La Puebla de Híjar sirve de escenario a ese momento inolvidable.



Al llegar a nuestro destino, tuvimos que cubrir una corta distancia por carretera, hasta que encontramos el desvío que nos introdujo en la Via Verde. A los pocos kilómetros de transitar por la misma, cerca ya de Samper, pudimos fotografiarnos frente a la bella imagen que tantas veces habíamos visto por internet y que, por fin, la teníamos delante.



El tramo hasta Valdealgorfa fue extenuante, lo reconocemos. También es cierto que el ritmo fue alto y que nos permitimos pocos minutos de descanso. Además, el firme de la vía era rudo, pedregoso, que llevó al límite nuestras suspensiones, nuestros brazos y, sobretodo, nuestros doloridos traseros. Compárese las dos siguientes fotografías: la primera, pasado Samper; la segunda, saliendo de Torre del Compte, ya en la vía verde de la Terra Alta. La diferencia en el firme es notoria.






La primera de las estaciones abandonadas después de Samper, que hablan de un tiempo de gloria ferroviaria ya pasado. Hoy son vestigios silenciosos de lo que un día fueron.


Al poco, llegamos a Alcañiz, la bella ciudad aragonesa. Dudamos de si entrar o no, pero finalmente nos venció el recuerdo de su bella plaza y su fresca cerveza bajo sus arcos.



Teníamos la esperanza de que el túnel de Valdealgorfa estuviera abierto, por nuestro cansancio extremo y por asegurarnos llegar al lugar de pernoctación con luz diurna. Pues no, estaba cerrado y, como nos temíamos, tuvimos que rodear la montaña en una escalada inacabable. Fue la puntilla.

Sin embargo, lo conseguimos de un modo digno. Volvimos a descender y a empalmar con la vía verde al otro lado del túnel vetado.

El signo de que nos hallábamos cerca de nuestro lugar de descanso fue el puente sobre el río Matarraña, puente que separa las dos comunidades autónomas de Aragón y Cataluña. Desde allí se divisaba un paisaje idílico, tanto por su vertiente oriental como por su poniente.




Llegamos a La Torre del Compte en cuyo hostal, "El Racó del Torrats" pudimos disfrutar de una buenísima cena, una animada velada y un reparador sueño. Por cierto, alguno, hizo honor al nombre del establecimiento... 😡

Por la mañana, ya respuestos completamente del cansancio y relativamente del orujo, nos dispusimos a reemprender la marcha, no sin antes hacernos la foto de rigor de los 9 magníficos, gracias a la amabilidad de Éric, el regente del Hostal.



Seguimos encontrándonos con el testimonio silencioso de aquellas estaciones que antaño estuvieron repletas de vida y hoy esperan soñolientas el paso de los andarines excursionistas y de algún loco grupo de ciclistas.



En esos parajes tan interesantes aprovechábamos para descansar y para replegar al disperso grupo.


Lugar de obligada parada era Bot, con su ferrobús-bar que confieren a este paraje de un toque tan divertido como bonito.





Una de las características de esta vía verde son los numerosísimos túneles, algunos de ellos provistos de alumbrado, otros no, y que obligan a proveerse de una buena linterna delantera y un buen reflector trasero.


Otro lugar de parada obligatoria es Benifallet. La acondicionada estación invita al ciclista o paseante a sentarse en su acogedora terraza y tomarse algo fresquito mientras se disfruta de un reconfortante sol cual lagarto.



Unos 25 kilómetros después, cruzábamos el Ebro por un puente inconfundible. Eso solo podía significar una cosa: que habíamos llegado a nuestro destino final. Tortosa nos abrazaba, y en una de sus terrazas al aire libre nos ofrecía un tiempo de risas, comida, bebida y repaso de las dos jornadas.



Y existe otra norma no escrita, pero igualmente real: debemos inmortalizar el punto de llegada. La puerta de Tortosa sirve, en este caso, de escenario.






Solo nos queda decir, ¡Misión Cumplida! De nuevo, los "Nasíos pa´ demarrar" agrandan su leyenda.

A continuación, un montaje que nuestro amado novato, Jordi, nos ha obsequiado. Como se podrá comprobar, cada uno ofrece lo más bonito que tiene.

¡Un abrazo para todos!