Travesía de Vilajuiga a Llançà: CAP DE CREUS


10 de junio de 2013

Llevada a cabo una travesía, simplemente espectacular.

Javier Pisa, Lino , Pedro López, Chema , Paqui y José Luis fueron los privilegiados que pudieron disfrutar de unos 75 kms impagables.

Este es el cabo y lo rodeamos casi al completo. La línea roja dibuja el trayecto cubierto.



Tal vez sea la salida que mejor se describa con imágenes que con palabras. Así que seré breve en éstas para abundar más en aquellas. 

La salida se iniciaba en la estación de Vilajuiga. 



Con algunas visicitudes, tales como las caídas, casi simultáneas de Javi, Lino y Paqui, debido al pavimentado que algún desaprensivo llevó a cabo en una de las pistas, a base de cañas, se pudo llegar a la bellísima Rosas, en cuyo majestuoso paseo marítimo pudimos recuperar fuerzas...


Poco después iniciábamos el sube-baja que ya no nos iba a abandonar en toda la jornada. No hay palabras que hagan justicia a lo que se nos desplegaba ante nuestros ojos...


No podíamos pasar sin parar y contemplar una costa brava que se nos presentaba simplemente, como espectacular.



Al poco, pudimos divisar Cala Montjoi, famosa por encontrarse en ella el resturante, probablemente, más famoso del mundo...


El Bulli...


El restaurante, al fondo. En un marco así, cualquiera no come bien...


Y continuamos, descubriendo en cada curva una postal a cual más bella. 


Hasta que divisamos la magnífica Cadaqués.



En pleno puerto pesquero, y junto a su pequeña playa, pudimos disfrutar de una fresquísima cerveza. ¡Qué dura es la vida del sasío!


Y siguiendo el contorno de la costa, a los pocos kms, alcanzamos el daliniano Port Lligat, tan bonito como siempre.


Y ya con frío, y viento, pudimos tocar el extremo más extremo de la península: el Cap de Creus, salvaje, bello e indómito ante el mar y el fuerte viento que le golpea sin cesar. Espectacular...





También tuvimos sesión de travesía por montaña, campo a través. Fueron tramos duros en elgunos de su tramos, pero divertidos siempre, que nos regalaron igualmente, vistas maravillosas.



Y fue en la cala Tavallera en la que pudimos darnos un merecido baño. Tanto el descenso como el ascenso fueron, posiblemente lo más duro de la jornada, pero mereció la pena, sin duda.






Cuando logramos subir de nuevo, nos quedó fuerzas para inmortalizar el momento.



Y, finalmente, llegábamos al último los pueblos marítimos que iba aregalarnos la vista: Port de la Selva: ¡¡preciosa!!



Tras 9 horas de travesía, llegábamos a Llançà. No nos sobró mucho tiempo, pero sí el suficiente para disfrutar de un señor avituallamiento.



La satisfacción es total. Cansados pero felices por la experiencia disfrutada. ¡Unos tíos geniales, si señor!


¡Hasta la próxima!